Es Domingo por la tarde, el sol inteta colarse por rendijas en mi habitación y, de fondo, suena Aerosmith. Es en estos días de verano en los que el sol baña nuestra piel y por fin tengo un ratito para mi en los que, consciente o insconscientemente, me paro un rato y reflexiono.
Siempre he visto el verano como una época de comienzos y finales. Comienzos de mil historias increíbles con la piel tostada y el pelo más claro, con olor a sal y el tacto de la brisa del mar en la cara. De historias que surgen entre risas en unas lanchas de mi pueblo o tras una "gran comida Hernández".
El verano también es el comienzo de los nuevos propósitos que marcarán nuestra vida en invierno, esos intentos (muchas veces fallidos) de hacer más deporte y comer mejor para sentirte más a gusto contigo misma. De convencerte que este año sí o sí llevarás los estudios y las tareas de casa al día, aunque sabes que después de 15 dias tras la vuelta a la rutina, estos propósitos morirán de la misma forma que nacieron: con buenas intenciones y con una sonrisa en los labios al pensar en unos nuevos y "más asequibles" propósitos.
¿Y los finales? Muchas veces no tienen por qué ser tristes. Acaba el curso y atrás quedan los agobios, las noches sin dormir y los atracones a chocolate antes de un examen. Se acaban las excusas también para no quedar con tus amigos a tomar un vino una noche de jueves e intentar arreglar el mundo entre risas. Se acaban los colores apagados y las miles de capas de ropa para dar paso a las faldas vaporosas y los colores brillantes que resaltan tu bronceado...
Pero sí, también con el verano llegan otros finales un poquito más amargos, como el final de un amor de primavera o ya de años; pero no hay que ponerse triste, si se acaba es que el verano te tiene reservadas mil y una sorpresas más.
Pero para mí, el verano siempre ha tenido un sabor especial por una tonta razón: por poder tener más tiempo para tumbarme al sol y leer nuevos libros o releer aquellos que me apasionan y que nunca me cansaré de leer una y otra vez, porque en cada una de ellas soy capaz de descubrir nuevos matices en la historia. ¿Mi escenario favorito para leer en verano? No tengo ninguna duda, en la playa con el sol bañando mi frente y el sonido de las olas de fondo. ¡No sabéis las ganas que tengo de irme para el sur para poder hacer esto!
Así que, por si alguno más disfruta también de estos momentos de paz leyendo en verano, os dejo mi pequeña lista de recomendaciones literarias para este verano; espero poder acabarla enterita porque va a ser un mes de agosto intenso.
El laberinto de los espíritus - Carlos Ruiz Zafón
Los que me conocéis un poquito sabéis de sobra que Zafón es uno de mis autores favoritos en el panorama nacional (incluso me aventuro a decir que ocupa el primer puesto) y por eso, llevo desde que salió esta novela deseando hacerme con ella.
Por suerte, me la regalaron por mi cumpleaños, y en cuanto acabe mi actual lectura, le hincaré el diente a la saga completa de nuevo y esta será el colofón.
Drácula - Bram Stoker
¿El calor os parece insoportable? Pues qué mejor que una novela espeluznante para bajar unos graditos la temperatura. Drácula es mi actual lectura y, aunque en algún momento se me hace algo pesada, me está gustando bastante y leer esta historia en un libro con una edición tan cuidada y unas ilustraciones tan bien trabajadas para ambientar la novela, ayuda bastante para aligerar la lectura.
Saga Zodiaco - Romina Russell
Tuve la suerte de conseguir estos libros de la propia autora y llevármelos firmaditos para casa; hace mucho que no leo algo de literatura más fantástica o diferente y estoy deseando leerme al menos el primero de los libros de la saga.
¡Además! La protagonista es cáncer como yo, así que tengo que leerlos sí o sí.
Hola. La saga de Zodiaco tengo planeado leerla también en este verano!! Zafón es uno de mis autores pendientes, aunque de momento no tengo previsto leer nada suyo. Gracias por las recomendaciones!! Buen verano :)
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