Y es que siempre llegas tú, de la manera más insospechada y cruel posible. Tú que un día fuiste mi todo y que ahora tan sólo eres todos los pedazos de mi maltrecho corazón, tú a quien tantas veces juré que había superado y olvidado, pero no puedo porque siempre vuelves.
Ya sea en un bar en el que no esperaba verte, tomando una cerveza e ignorando que estoy allí, ignorando que una vez fui parte de tu vida, y eso es lo que más me duele, no el que me ignores en ese momento sino que ignores el recuerdo, que lo pisotees de tal forma que me hagas desaparecer y hacerme tan pequeña que duele.
Ya sea después de una noche de fiesta, en la que conozco a otros con los que nunca acabo de encajar por tu culpa. Por tu culpa porque los comparo, porque no quiero que se parezcan lo más mínimo a ti para que no vuelvan a hacerme tanto daño. Los comparo porque no quiero que vuelvan a tener una sonrisa que me vuelva tan loca que me haga perderme en ella y luego meses después no sepa ni cómo recuperar la cordura.
Siempre llegas tú, porque fuiste tú el primero y puede que el último. Siempre llegas tú porque nunca acabé de comprender cómo pudiste dar a la primera de cambio llorar que a mi negaste en cinco años porque no creías en ello, y yo me quedo aquí, como una tonta fingiendo que no le importa lo más mínimo cuando la verdad es que aún se me retuerce el corazón cuando veo ciertas cosas, cuando aparecen tus regalos y en vez de preguntarme cómo pude quererte tanto, me pregunto qué es lo que hice tan mal para que tú no me quisieras.
Llegas tú, siempre tú, ya sea en un bar o ya sea en mi cabeza y yo sólo ruego al cielo que me de la fuerza de contar hasta tres, esbozar mi sonrisa más amplia y superarte cada día un poquito más, hasta que llegue un día en el que te vea y por fin, no sienta nada. Ni bueno ni malo, solo un vacío y la certeza de que hice bien y que estoy mejor sin ti y tú sin mi. La certeza de que alguien un día podrá recomponer todos los trozos de este corazón y hacer que encajen con los suyos, que borre los miedos con sonrisas y que sobre todo, cuando vuelvas a aparecer sólo pueda sonreír y alegrarme por ti.
Y llegas tú...